Esa mañana me levanté como todos los días de vacaciones, hice las tareas que me encomendaron en casa y a las dos de la tarde mi madre me llamó para comer. Luego vi la televisión para posteriormente jugar con mis padres, mi hermano y mi abuelo al Cluedo. Serían alrededor de las siete de la tarde, ya de noche, cuando de pronto se apagaron las luces del comedor. Mi hermano y mi padre bajaron al piso de abajo a mirar los plomos del contador de la luz. Se cansaron de mirarlos, de quitarlos y ponerlos una y otra vez, todo estaba bien aparentemente pero continuaba sin haber luz eléctrica en nuestra vivienda. ¡Era todo un misterio!. Pero debo decir que así permanecimos veinte días, sin luz eléctrica: comíamos de bocadillo y nos dormíamos cuando anochecía. Menos mal que mi madre que es muy previsora guardaba velas de hacía muchos años y las encendíamos, aunque su luz alumbraba muy poco.
Permanecimos veinte días sin luz eléctrica en pleno siglo XXI. Así pasamos las Navidades, a obscuras, menos mal que los regalos de los Reyes Magos iluminaron estos días por la ilusión con que los recibimos y los disfrutamos. Comimos las uvas escuchando el reloj de la Puerta del Sol de Madrid gracias a la batería del ordenador portátil.
Cuando mi padre consiguió desvelar el misterio de los plomos no parábamos de reírnos a carcajadas. Ya que todo el misterio se debía a que los cables eléctricos internos estaban cuarteados y los electricistas que habían mirado no encontraron la avería que producía el misterio que se encontraba detrás de los plomos.
En fin, unas Navidades maravillosas sin luz eléctrica tratando de desvelar un misterio inexistente.
Más obscuridad en: julianoelapostata56.wordpress.com/2015/01/04/este-jueves-un-relato/
Acotación: plomos=fusibles